Nace en Bera, el 3 de abril de 1893, en el caserío Agaramontea del barrio de Illekueta. Desde la niñez siente cierta atracción por las letras y la vida religiosa, que deja a un lado a consecuencia de provocar un incendio en el caserío Garrenea mientras juega a oficiar misa con su hermana ciega. Cursa sus estudios en el colegio de los Padres Escolapios y tiene un primer contacto con el mundo musical, pero debido al cambio prematuro de su voz, no es aceptado en el coro parroquial.
Hacia los catorce años decide emigrar a Argentina, donde tiene familiares. Situado en Buenos Aires, empieza a trabajar en una ferretería, al mismo tiempo que escribe para La Euskaria, un periódico de la diáspora vasca. Se aficiona a la ópera y comienza a frecuentar teatros de aquella ciudad. Haciéndose escuchar por los cantantes Florencio Constantino y Titta Ruffo, le recomiendan ir a Italia a estudiar canto. Tras presentarse al Concurso Cleofonte Campanini y obtener el tercer puesto, después de los famosos tenores Beniamino Gigli y Francesco Merli, ingresa en el Conservatorio de Parma, pero sus estudios se interrumpen a consecuencia del comienzo de la I Guerra Mundial y regresa a Bera. Empieza a escribir en el semanario El Bidasoa y a colaborar con el Orfeón Pamplonés. Aconsejado por Ricardo Baroja (hermano de don Pío), consigue una pensión de la Diputación de Navarra para continuar sus estudios de canto con el maestro Luis Iribarne en Madrid. Allí debuta en el Gran Teatro con Sansón y Dalila en 1919 y al año siguiente estrena en Bilbao la ópera vasca Amaya, de Jesús Guridi. Unos meses más tarde participa con la compañía Llácer-Casali en una gira por capitales de España y Portugal, cantando las óperas La Walkyria y Parsifal, del compositor alemán Richard Wagner.
A finales de 1921 debuta en el Teatro San Carlo de Nápoles con La Walkyria y desde entonces se convierte en el más especializado, el mejor pagado y más afamado tenor wagneriano de los años 20 y 30 en Italia, cuando este repertorio se cantaba entonces en italiano en los países latinos.
Es contratado por los más importantes teatros de aquel país: Regio de Parma, Costanzi de Roma, L’Arena de Verona, Comunale de Bolonia, Regio de Turín, etc… y especialmente por La Scala de Milán, cantando allí desde 1925 y durante 7 temporadas los principales papeles de los héroes wagnerianos, Erik, Siegmund, Sigfrido y Parsifal, bajo la batuta de prestigiosos directores de orquesta como Héctor Panizza, Siegfried Wagner (hijo del compositor), Arturo Toscanini, Victor de Sabata, etc…
Actúa también durante las temporadas 1925 y 1930 en el Teatro Colón de Buenos Aires: L´Amore dei tre Re, Tabaré, Fedra, Khovanshchina, Lo Straniero, Boris Godunov, y especialmente Amaya que, en compañía del compositor, entusiasma a la colonia vasca.
En el verano de 1928 viaja por varias ciudades alemanas y asiste al Festival de Bayreuth invitado por Siegfried Wagner, que le aconseja estudiar las obras de su padre en alemán.
Comenzada la Guerra Civil, al enterarse del bombardeo de Gernika en abril de 1937, impresionado y afectado en lo más profundo de su patriotismo vasco, abandona Italia (país que colabora con los sublevados) y su carrera artística para siempre, exiliándose en San Juan de Luz, junto a otros refugiados vascos que escapan de la persecución franquista. Desde ahora se dedicará a su verdadera vocación: la literatura.
Durante esos años escribe las biografías de los personajes labortanos Pedro Garat, el Orfeo de Francia y Domingo Garat, el defensor del Biltzar, que serán publicadas por la editorial Ekin de Buenos Aires en 1948 y 1951 respectivamente.
En mayo de 1940, poco antes de la invasión de Francia por el Ejército nazi, es detenido por las autoridades francesas y recluido junto con otros exilados vascos en el Campo de Concentración de Gurs (Bearn), de donde es liberado al cabo de un mes, tras malvivir en condiciones infrahumanas.
Terminada la II Guerra Mundial se incorpora y refunda en 1948 la revista cultural de carácter humanista Gernika, una de las más interesantes experiencias editoriales del exilio en el campo del pensamiento y de la defensa de los valores espirituales de pueblo vasco, y de la cual será redactor, principal impulsor y soporte financiero hasta su desaparición en 1953 en Argentina, país al que se exilia en 1951.
Además de impartir conferencias, programas de radio, etc…, desde 1957 comienza a escribir decenas de artículos para el periódico La Prensa de Buenos Aires, la mayoría de los cuales serán recopilados más tarde en forma de libro: Retablo Vasco (1959), Unamuno a orillas del Bidasoa y otros ensayos (1964), Los poetas y el País Vasco (1969), y El teatro por dentro (1971). Se trata en su mayoría de temas relacionados con la música (en algunos cuenta amenas anécdotas de su vida artística anterior) y la literatura, vinculados en muchas ocasiones con el País Vasco.
Regresa a Euskal Herria en 1964, fijando su residencia en San Sebastián. Nombrado Socio de Mérito del Ateneo Guipuzcoano”y Supernumerario de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País se dedica a dar conferencias y a colaborar con sus artículos en El Diario Vasco, hasta su muerte en 1976.
Para escuchar a Isidoro Fagoaga:
- La Walkiria: http://youtu.be/JVeIbBE3Zcc
- Parsifal: http://youtu.be/iLPWK2XUCG4